Presentación

Desde su sanción en 2006, la Ley 26.150, en sus heterogéneas implementaciones a lo largo de todo el país, ha acrecentado el interés por alojar las diferencias corporales, sexuales y afectivas en el marco de la educación sexual integral. Ha sido el activismo feminista y LGTBIQ+ el que ha demandado de diversas formas una implementación de la ESI que sea más sensible a la diversidad sexo-genérica en sus diversas expresiones. Eso ha supuesto no pensar tales diferencias como un objeto de estudio exterior a los espacios escolares sino más bien como una realidad que está presente de diversas maneras en las comunidades educativas: niñxs, adolescentes, docentes, directivxs, personal administrativo, xadres y familiares no son ajenos a la experiencia de la diversidad sexo-genérica. Por otra parte, diversas normativas jurídicas y variadas políticas públicas que han ampliado el reconocimiento social y política de las identidades sexo-genéricas disidentes —particularmente en las dos últimas décadas— han modificado y redefinido los horizontes sociales, políticos y culturales en los que se desarrolla nuestra vida común, exigiendo ajustes permanentes en la manera de concebir la corporalidad, la sexualidad, las relaciones de género y la afectividad. A todo esto se suma la problemática coyuntura actual, signada por la restricción de derechos, la derechización de la esfera pública y la pauperización de la vida común —efectos planificados por la administración libertaria que gobierna desde diciembre de 2023—; tal estado de cosas hace más necesaria una perspectiva crítica que limite la circulación de discursos odiantes y de expresiones de violencia contra las disidencias sexo-genéricas.

Por lo dicho hasta aquí, entendemos que las temáticas relativas a la diversidad corporal, sexo-genérica y afectiva no son relevantes sólo en términos de contenidos conceptuales que la escuela tenga que incorporar. Tales cuestiones impactan fundamentalmente en la calidad de la vida democrática que la escuela debe disputar en esa variedad comunal que la constituye. Por tales motivos, una Carrera de Especialización en Educación Sexual Integral hoy se ve urgida a considerar el amplio abanico de cuestiones que cruzan diversidad sexual, sujetos e instituciones a fin de promover en las escuelas y en otras instituciones y espacios sociales una implementación de la ESI más hospitalaria con todas las diferencias.

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